Diario de viaje por la Competencia Latinoamericana
Día 4: PIOLA de Luis Alejandro Pérez

Por: Valentina Giraldo Sánchez desde Colombia | Cobertura colaborativa

Queridas hojas del querido diario que leen queridas personas: Hoy pensé en la juventud. Entre las lluvias y este mar extraño, aparecieron en la memoria fotosensible dos recuerdos:

1. Un fragmento de Sans Soleil, dice lo siguiente: “El movimiento tuvo, como todo, sus truhanes y sus oportunistas… Incluyendo, porque también los hay, a los oportunistas del martirio. Pero también arrastró a las que decían, como el Che Guevara que tiemblan de indignación cada vez que se comete una injusticia en el mundo. Querían darle un sentido político a su generosidad… Y su generosidad tuvo una vida más larga que su política. Por eso nunca dejaré que se diga que los veinte no son los mejores años de la vida.”

2. El fragmento de una carta que me escribió una de mis mejores amigas: “que a una le digan que cumplir veinte años es subir al segundo piso, ¿implica que los primeros diez años de nuestra vida estuvimos en el subsuelo?. Estás a pocos años, o tal vez meses, de cumplir veinte años, enterándote apenas que pasaste diez años bajo tierra.”

Hoy, personas que viajan con el viaje que les narro en estas películas, me encontré con PIOLA. El largometraje trata las historias de Sol, Charly y Martín. A medida que avanza la historia, las tramas y las personas se van juntando. La juventud es relatada en la música, en los animales, en las huidas y en el errar.

Viendo esta película pensé en la conspiración juvenil. Pensé en mis amigues, pensé en la complicidad de los incendios. Incendiar me parece un gran verbo para narrarles este episodio del viaje, de incendiar también tengo dos recuerdos que son imágenes:

1. La catedral de NotreDame incendiándose.

2. La selva amazónica incendiándose.

Un recuerdo me dolió, el otro solo me impresionó. El fuego en los veinte es preciso. Correr entre un vaivén distópico, reunirse para correr y revivir en el aullido musical colectivo. Cuando pienso en este momento del viaje, los peces que nadan profundo a este mar abren sus grandes bocas, estos peces también aullan. A las revoluciones inminentes de las juventudes amistosas unidas les dedico estas palabras. Porque cuando pienso en el cine me es imposible no pensar en mis amigues. Y pensar en las veces que juntes hemos huido de la vida. Pensar en las veces que en lo incierto nos hemos reencontrado para volver a nacer y volver a huir, porque la juventud en estos tiempos hostiles es repetir el verbo de la huida, simplemente para no caer.

A PIOLA, las gracias por hacerme recordar que la vida es vida cuando la aplico en el verbo principal que recorre este cuerpo de 20 años rodeado de otros cuerpos amistosos: incendiar. Incendiar la ciudad, el estado, la religión, la medicina y la norma.

Para terminar este episodio, un último recuerdo: En el paro nacional del año pasado junto con Juan imprimimos papelones gigantes que decían “esta ciudad tiene que arder”.

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