Diario de viaje por la Competencia Latinoamericana
Día 2: LA ESCUELA DEL BOSQUE

Por: Valentina Giraldo Sánchez desde Colombia | Cobertura colaborativa.

Diario, hace un par de horas noté que en el mar por el cual navego hay peces gigantes, tienen bigotes como los gatos. Diario, hoy el barco se chocó con un istmo amable. Un istmo que invitaba a ser caminado. En este istmo, me pregunto cómo se puede construir territorio por medio del habla. Hoy el diario se centra en el camino construido por los pasos de los personajes del largometraje LA ESCUELA DEL BOSQUE del director Gonzalo Castro.

Esta película trata del reecuentro de dos hermanas argentinas en Barcelona. En varias de las secuencias vemos a diferentes personajes caminando y hablando. Reconstruyen sus espacios por medio de recuerdos que verbalizan en la voz. El paso andado y la palabra nombrada, el territorio recreado y recaminado. Las emanaciones sociales que colectivamente mapean lo que alguna vez se caminó, hacen que este andar a blanco y negro sea ameno. El caminar se resuelve como un ritual autoimpuesto que rescata a la memoria que cargan los cuerpos andantes. La marcha impulsa a un cuerpo a cruzar calles, a tomar vino, a abrazar, a tocar el piano, a vivir.

El caminar configura resistencias, activa la memoria, reúne movimientos sociales y se permite la deriva del reencuentro de dos hermanas.

La voz que narra y recuerda canciones e instantes recrea una casa ahora inexistente. Como la memoria y el andar construyen territorio, la voz que cuenta un pasado rebota en las paredes de ese espacio gestado recién. La voz entra en un juego de reflejos y se habla de la madre, la familia, María Elena Walsh y las noticias de la tv. Los ecos y rebotes se abren a voces y relaciones externas, creando así una especie de sala cartográfica colectiva: entre memorias y andares se habla de un territorio, se crea un nuevo espacio y un nuevo mapa.

A este capítulo del viaje no le importa si está en Bogotá, Buenos Aires o en Barcelona. No le importa porque está en todos esos lugares al tiempo.

De recorrer este istmo inventado en el tren de la imagen, me queda un recuerdo:

Una mujer sobre una cama de masajes dice es como «perder raíz y camuflarse.» Viajar el cine es como dislocarse, camuflarse en diferentes momentos del tiempo y del mundo, arrancar y enterrar raíces constantemente.

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