Devolverle el cuerpo a alguien: LAS MIL Y UNA de Clarissa Navas [crítica collage]

Por Esmeralda Reynoth desde Argentina | Cobertura Colaborativa

La escena de Iris siguiendo a Renata o de los chicos teniendo sexo en lo oscurito de las escaleras

Mirar, saber mirar, saber contar, saber decir, decirle a la otra algo, mostrar lo interno, lo conocido, temer a lo desconocido. Ternura, Cuerpo, Territorio. La película de Navas está hecha de secuencias deambulantes que van haciendo preguntas, que tiran al aire un sin fin de incógnitas que poco a poco se van respondiendo. Su cámara perfila con cuidado no sólo a sus personajes, sino al barrio. Y el espacio se funde con el cuerpo, y éste con el tiempo que dejamos de percibir. La ternura se apodera de la pantalla. Navas no es ingenua, al contrario, derriba monstruos. Iris, Darío y Ale componen una tríada de sensibilidad:

viento del sur 
oruga que vuela
llega el invierno.

La escena durante el baile y los múltiples besos en traumática o la de l*s chic*s contando cómo se masturban

¿Cómo amar, qué es amar, quién soy yo amando, es posible que alguien me ame? El flujo semiótico cuyo significado exponen estas preguntas, nace del colectivizar el ritmo de la película. Porque aquí, el cuerpo se alimenta de otro cuerpo, porque los personajes se abrazan, se aman, se protegen. Navas abraza su hábitat como un signo de identidad. La narración es compleja, aunque a simple vista parezca lo contrario. Este cine se dirige a les espectadores con una crítica poderosa, de sexualidad, de deseo:

Qué es la salud, qué mierda es la salud, qué palabra de mierda. Eso es un invento para pelotudos […] que sí es seguro o no. Estos chetos siempre con derecho a cuidarse y a tener salud.

Dice Renata. 

CLARISSA NAVAS DIXIT (para este medio):

Hay algo de esa corroboración sobre cuando aparece un cuerpo, porque Iris no ha tenido otros encuentros u otros contactos con personas que a ella le revelen la presencia o consistencia de lo que es un cuerpo en toda su magnitud, en todo lo que es el deseo, pero también todos los miedos y todo lo que viene aparejado a eso. Creo que otra de las preguntas que se hace la película es como se toca un cuerpo, y cómo se alcanza un cuerpo. Porque en este momento y en este presente estamos como muy mediados y virtualizados, etc. con respecto a eso y creo que justamente Renata a Iris, le devuelve un cuerpo. Le devuelve ese cuerpo que la sociedad le extravió, que el constructo social le extravió, y creo que el encuentro de ellas dos pasa por eso, y cuántas veces hay encuentros que tienen que ver con eso, con devolverle el cuerpo a alguien. 

La escena de la madre, el cigarrillo y el baile o de tod*s elle*s acostados en una misma cama

Me palpita mucho esa ternura tan política: LOS FORASTEROS – TE ABRAZARE

La crítica de Navas habla sobre la ternura como la necesidad de resistir la barbarización, como bien diría Fernando Ulloa. La esfera del juicio se rompe y con calculada atención pone sobre la pantalla minuciosos detalles a cámara que sigue, que se mueve dudosa al latido de Iris o que simplemente se fija en el interior de una casa para ver una situación. Navas dignifica la búsqueda de los cuerpos, del deseo, y de la sexualidad; le da carácter a ese huésped inquietante de exigencias y le arranca las exigencias. Y acaricia todo lo que tiene enfrente. Su postura técnica es sólida: la luz, el plano, el movimiento de cámara, el guión, todo lo que está en cuadro, y todo lo que es mensurable de alguna manera, crea un cosmos en el que no hace como que cuenta a, sino que cuenta con

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