Un festival contado como un diario de sueños

Cerrar los ojos para ver: Introducción a un diario de sueños visual-sonoro.

Por: Valentina Giraldo Sánchez | Especial desde Oberhausen 2021

Una de las cosas que más extraño de las salas de cine es dormir.

Ir sola a ver películas en la sala capital de la cinemateca. Ir sola a las funciones de las 9p.m y vacilar entre las luces de la pantalla y las imágenes borrosas que nacen al cerrar los ojos.

Recuerdo al cine dormido como ese diálogo vulnerable de un cuerpo que se abre a la luz de las imágenes. Quedarme dormida en un cine era esa apertura al afecto audiovisual: mi cuerpo pasmado era atravesado por la luz, las palabras y los ruidos. Quedarme dormida en el cine era un acto de amor y confianza. Dormitar, abrir los ojos y cerrarlos, aquellos parpadeos largos y cabezas caídas eran también un acto de magia: revelaciones que nacían de ese encuentro (fr)ágil de la piel fotosensible con el gran sol de las imágenes.

Este diario habita ese espacio que existe entre el cine y el sueño. Esa tensión entre el adentro y el afuera: escribir sobre películas como ese estar en medio de que suspende la temporalidad para atravesarnos en oráculos fotosensibles, revelaciones lumínicas y cuerpos dispuestos a la intuición dormitante. Aquel espacio será entonces la puerta abierta para invocar preguntas sobre las imágenes, cerrar los ojos para deshacerse de las formas claras y enlazarse con los contornos difusos del sueño, fronteras llenas de niebla que nos permitirán desajustar esos parámetros hegemónicos de la comunicación del cine: hacer de las palabras un juego incierto, una magia imprecisa y una deriva llena de posibilidades.

En esta cobertura-río-diálogo se reúnen diferentes cortometrajes latinoamericanos que, atravesados por el carácter fragmentado de la memoria y los sueños, nos permiten trazar recorridos imaginarios (entendiendo a estos como la acción de pensar imágenes que nos permiten prefigurar futuros). Estos caminos imaginarios generan líneas de fuga que apuntan su brújula al sur, soñar y dudar serán las voces (los sonidos, los rumores, los llantos) del verbo escribir. Este recorrido imaginario nace también como el gesto reparador de aquellos presagios que resguarda el cine, de aquel cruce de ríos que nace en lo onírico, de aquellas voces del pasado que hoy hago presentes en las palabras.

Mediante este diario lxs invito a cerrar los ojos para abrir una línea de fuga en el cine por escrito y, con un cuerpo dispuesto a ser afectado, subrayar los quiebres de las imágenes, permitir que la luz del cine ilumine nuestras grietas. Los recuerdos incompletos de las fantasmagorías del cine, de sus destellos de luz y ecos, serán los hilos que conformen el entramado de la vida que reside en el hacer escrito de nuestras películas.

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