Tercera página / Diario de sueños por los cortometrajes latinoamericanos en Oberhausen.

Por: Valentina Giraldo Sánchez | Especial desde Oberhausen 2021

Estoy en la tierra. Estoy rodeada de raíces. Tengo barro debajo de mis uñas. Tengo la piel llena de fango. Tengo un golpe en la cabeza y una puñalada en la espalda. Tengo el cabello larguísimo y enredado. No puedo hablar. Estoy sola. Nadie le va a decir a mis amigas o a mi mamá que estoy muerta cerca de un manglar. Este sueño lo tuve hace algunos meses. Uno de mis sueños más recurrentes es con la muerte, sueño que me matan y me matan y me matan y me matan. En mis sueños, la sensación previa a la muerte es similar a la sensación previa de quedarme dormida en un cine. Es una mezcla entre vergüenza y entrega.

La página del diario de hoy está destinada a dos cortometrajes que a mi parecer habitan el entrelugar que queda entre el estar despierta y quedarse dormida, ese breve instante de mi sueño en el que acepto que voy a morir, ese espacio en el que estoy dormida y despierta al tiempo, que es casi el mismo espacio que estar viva y muerta, también al tiempo. LAS SOMBRAS de Paulo Pécora y LEVANTADO DO CHÃO de Melissa Dullius y Gustavo Jahn hacen parte de la competencia online internacional de Oberhausen este año. Salimos de la tierra que rodea al cuerpo de la página anterior de este diario para sentir la luz brillante del sol en nuestro ojos que se ponen llorosos. Las lágrimas continúan “llorando en el umbral de la vida” (como menciona Mercedes Sosa en “La colina de la vida”).

Primer Acto. Entre la vida y la muerte: LAS SOMBRAS es un cortometraje de ensoñación terrorífica. En este una clarividente que vive en la selva es visitada por tres mujeres que le piden realizar una sesión espiritista con el objetivo de invocar a un antepasado. La invocación sale mal y una serie de sucesos extraños vuelven el ambiente una pesadilla. Las fantasmagorías y reflexiones de la luz del cine dibujan sombras en las paredes de mi habitación mientras veo este cortometraje. El umbral que divide a mi cuerpo de la pantalla se vuelve cada vez más poroso y la invocación imaginaria se vuelve personal. Pienso en el borde entre la muerte y los sueños, pienso en que quizá revivir es salir de la tierra en la cual me entierran en mis sueños. Este cortometraje está envuelto en un viaje sensitivo que poco a poco va descubriendo las capas de un relato gótico. Posesiones y espectros se apoderan del cuerpo de la clarividente. El recorrido sensorial me toca los ojos y los llena de fantasmas. Pienso de nuevo en todos esos fantasmas que tanto me han impedido dormir. Pienso en aquellas posesiones que han hecho de mi cuerpo un cuerpo ajeno. Termino esta breve nota sobre LAS SOMBRAS imaginando aquellas cosas que residen en el cine y que no pueden ser escritas, aquellos secretos y hechizos que invocan las luces de la imagen, aquellos portales atemporales de las pesadillas y de las sombras que dibujan formas en las paredes de mi cuerpo. LAS SOMBRAS ilumina mis ojos como una linterna mágica que me empuja a conjurar los verbos “imaginar” y “morir” en la invocación escrita de las imágenes.

Segundo Acto. Entre dormir y estar despierta: LEVANTADO DO CHÃO inspira su título en la novela del escritor José Saramago (Alzado del suelo). El título, a su vez, se inspira de la acción de arar la tierra: extraer frutos de un suelo ajeno. En esta pieza de Melissa Dullius y Gustavo Jahn vemos a un hombre que se encuentra entre el verbo dormir y despertar. Acostado en diferentes lugares, abre y cierra los ojos, en el instante en el que parece despertar inmediatamente pareciera volver a quedarse dormido. La gente lo observa. El movimiento en las imágenes, su titileo imperceptible, aquel presagio místico, capta la frontera bífida del sueño. Aquel momento que se expande y se contrae en vacilaciones confusas. Levantarse del sueño como ese trabajo agotador de arar la tierra ajena, abrir y cerrar los ojos, enterrar el azadón. Cerrar los ojos para dejar de ver e invocar al cuerpo, volver a las sombras en las paredes de la casa, volver al cine. En los ojos cada vez más caídos se hacen presentes los fantasmas. Los mismos fantasmas que juntan el dormir con la muerte: aquellas posesiones que hacen del cuerpo propio un cuerpo ajeno; una vez más, arar una tierra que no nos pertenece porque nos ha sido arrebatada. Pienso en aquellas invocaciones y parpadeos interminables de la falta de sueño, del casi quedarse dormida pero no, algo así como lo que sucede en este cortometraje. Pienso: por invocar la rabia he dejado de dormir, estoy en medio de dormirme y despertarme, por lo tanto estoy dormida y despierta al tiempo, viva y muerta también. La intermitencia de la linterna mágica, del titileo del proyector, y de mis párpados que casi duermen pero no, me invitan a pensar en nuevas formas de interrupción de lo escrito. Como mi sueño se interrumpe este texto también. Entre cada palabra hay un espacio en blanco. Entre cada espacio en blanco existe la posibilidad de una nueva imaginación dormitante. La imaginación (que se junta con la coreografía y el tropel verbal) terminan esta figuración de una película a las 23:01. Con los ojos casi dormidos, pero no. Con el cuerpo casi acostado, pero no. Con un texto casi terminado, pero no.

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