Diario de viaje por la competencia Latinoamericana
Día 7: CHICO VENTANA TAMBIÉN QUISIERA TENER UN SUBMARINO de Alex Piperno.

Por: Valentina Giraldo Sánchez desde Colombia | Cobertura colaborativa

Hoy, diario de viaje, llegamos al final. Siento que le di la vuelta al mundo. Lo que pasa con las imágenes acá, en América Latina, traduce toda una reflexión territorial, creativa, resistente, enojada y precisa de las tensiones que atraviesan nuestro pedazo de terreno físico y simbólico. Y las tensiones que nos atraviesan son globales. Entonces sí, quizá sí le di la vuelta al mundo. La vuelta al mundo-sur en 7 días. El mismo número de días que dios tardó creando al mundo y el mismo número de pecados capitales que existen. Hoy que viaje dos veces entre antípodas, me encontré con CHICO VENTANA TAMBIÉN QUISIERA TENER UN SUBMARINO de Alex Piperno.

Dibujo la forma del mundo en el piso de madera de mi barco pesquero, transcribo las siguientes coordenadas:

1. Longitud: E 122°0’0″ Latitud: N 13°0’0″

2. Longitud: O63°13’33.2″ Latitud: S32°26’33.32″

Veo el mapa que he dibujado sobre el suelo de mi barco y pienso en Magallanes. En las rutas comerciales españolas y el viaje que en 1520 se hizo en un barco desde La Patagonia hasta Filipinas. Pienso en que quizá las aguas en las que navega mi barco pesquero son las mismas aguas de la pinta, la niña y la santa maría. Quizá también son las mismas aguas del diluvio y definitivamente son las mismas aguas del barco en el que se encuentra el chico ventana. Yo siento que estoy más cerca de la Patagonia que de Filipinas aunque en ocasiones pareciera que estoy en ambas al tiempo.

CHICO VENTANA TAMBIÉN QUISIERA TENER UN SUBMARINO es un mapa mundi doblado en tres. El barco en La Patagonia es la habitación de un joven en alguna ciudad sudamericana, y una cabaña en filipinas es un portal espacio temporal para viajar a otra parte en el mundo.

Pienso mientras miro esta película que si me paro encima del mapa que dibujé en mi barco estaré plegando el mundo real con el mundo lectoescribidor del mundo del cine, estaré habitando tres mundos: el de la imagen-cine, el de la imaginación y el de la crítica. Tu, persona que lees el diario, habitas un mundo más, el de la lectura. Pongo el dedo índice de mi mano derecha en la Longitud: E 122°0’0″ Latitud: N 13°0’0″ y el índice de mi mano izquierda en la Longitud: O63°13’33.2″ Latitud: S32°26’33.32″. Por uno de los dedos sucede una zona rural en Filipinas, por el otro, el baile de una ballena en La Patagonia. Lo que sucede en dos manos diferentes se termina juntando en un mismo cuerpo, el mío que dibujó el mapa y el de la película. Mis manos son un puente imaginario de este viaje imaginario.

La película, entre imágenes e imaginaciones sostiene acontecimientos tan improbables como inesperados. Pero entre lo que se pueda creer imposible o no hay magia. La magia de un universo que dibuja mapas no pensados, que contra-recorre los coloniales viajes de Magallanes abriéndose (como la ventana del chico) a una nueva posibilidad de existir y de imaginar: una magia cinemática que a la vez es cartográfica.

Termino mi diario de viaje con esta película. Cuando veo el mapa que dibujé en el piso del barco pesquero que me sirvió de vehículo, pienso en que quizá en este mapa es el mapa de todo el cine del cual les hablé. Empezó a llover de nuevo. El mapa que dibujé se va difuminando, los países se confunden. No hay fronteras con la lluvia sobre el mapa.

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