EL PISO DEL VIENTO
Gloria Peirano y Gustavo Fontán
2021 | Argentina

[Esta película es parte del FICIC 2021 y está disponible para toda Argentina, el domingo 02/05 a las 20h]

Sinopsis: Una pareja construye un espacio para vivir. Cuando está terminado, antes de habitarlo, invitan a un grupo de personas a recorrerlo. El espacio se llena y se vacía. Queda lo residual de ese tránsito: una fragilidad luminosa.

Sobre EL PISO DEL VIENTO: Pintadas a mano alzada | Por Esmeralda Reynoth

Quizás habitar una casa sea pintar una pared o ponerle un cuadro, quizás sea llenar con aroma a vainilla la sala o limpiar con ruda sus esquinas, y hacer que aquello sea una historia, una memoria que pare el tiempo o lo rebobine y adelante al antojo de la oralidad. 

La película de Peirano y Fontán comienza con un plano abierto de pájaros danzando bajo el manto celeste y grisáceo del cielo, mientras el off traza un panorama poético que poco después se corta con la entrada del primer personaje al piso. No sabemos bien dónde estamos y si lo que estamos viendo es una especie de intercambio de bienes y raíces o el consejo de un padre. Pero el hombre que entra a la casa, no se detiene y acomoda las partes, dibuja y procura por momentos sugerir cambios en el entorno. Así, la puerta se abre y se cierra. Personajes variopintos van apareciendo -casi siempre de la misma manera- que como empujados por les directeres, deslizan sus historias en el espacio blanco e iluminado. Recuerdos sobre habitancias pasadas y presentes, discusiones inconexas, extrañas explicaciones o sensaciones.

La película de Peirano y Fontán, aunque a veces es blanda y difícil de mantener, logra convertir el espacio vacío en un muro de pintadas que leyendan un tiempo histórico de la vida propia, tejida junto a la colectiva. Es que en Buenos Aires las casas son tan pequeñas que no entra la luz; aquí no se parece a Formosa; una vez viví en el campo; el balcón y las plantas me hacen sentir en casa; dicen, con cierto anhelo y redundancia espesa de habitar un espacio poco espaciado.

Es allí donde está lo interesante, en la consecuencia crítica insoslayable acerca de la gentrificación y los problemas de la urbanidad. Aunque en su alma poética los directores lo contrapongan a líneas muy bien recitadas. Fundamentales en su método, escuchan el viento y siguen la espesura sin deberle nada a nadie; punto en contra o a favor (amarán u odiarán esta película), pero lo cierto es que en su monótona visualidad, y estructura lineal y predecible que no sorprende, es posible vislumbrar la audacia con la que se impregnan cuando deciden no sacar su cámara y habitar en sí mismo elles mismes, aquel lugar, sin control (aparente) sobre el encuentro con quienes visitan.

Casi que recuerdan a Ignacio Agüero y un que otro momento de Nunca subí el Provincia (2019), donde el director se permite distracciones u observa por la ventana el cambio de la luz en el día, como contrato del aquí y ahora. Pues, Peirano y Fontán, saben lo que tienen dentro de su largo recorrido tanto en cine como en literatura, y al menos, creemos, se dan el tiempo de escuchar y perseguir la historia como quien ve un potencial grafitero en los dibujitos a mano alzada de les niñes, como viendo que su viento, es el viento de la historia.