Sinopsis: Basada en una historia real que explica el origen del narcotráfico en Colombia, la película se sitúa en los años 70 cuando la juventud norteamericana abraza la cultura hippie y con ella a la marihuana.
¿Por qué verla? Pájaros de verano fue sin dudas una de las películas latinoamericanas más importantes en Iberoamérica de 2018. Relata, en formato policial, el origen del moderno narcotráfico en el norte de Colombia: cuenta el momento de transición de un régimen tradicional de contrabando fronterizo, que terminó siendo arrasado violentamente por la irrupción del negocio financiero y los grandes carteles con conexiones internacionales
La película cuenta la historia del comienzo del tráfico de marihuana en la región de la Guajira, en el norte de Colombia, en la frontera con Venezuela. En esa porosa zona fronteriza, donde el contrabando era una forma de comercio habitual que convivía con formas más tradicionales de agricultura familiar de subsistencia, ocurrió una suerte de prehistoria de los grandes cárteles del narcotráfico. La historia que cuentan los realizadores Cristina Gallego y Ciro Guerra ocurrió entre las décadas del ’60 y ’70 de siglo pasado dentro de la comunidad Wayúu.
La película, hablada en la lengua Wayuunaiki, nativa de este pueblo, está sostenida en una estructura típica del cine de mafias. Sin embargo puede leerse como un relato en capas. La primera secuencia construye una mirada etnográfica sobre las estructuras de los clanes familiares, donde la dote y la capacidad de comerciar con “el afuera” adquiere un valor simbólico fundamental. Allí comienza a comprenderse que la cultura Wayúu tiene, en su propia tradición y sus rituales, una estructura que se articula perfectamente con el sistema comercial del capitalismo.
Lo tradicional, los ritos de iniciación, el lugar del “palabrero”, la idea de la lealtad, la concepción sobre el adentro y del afuera, son campos de intersección entre ese espacio aislado de toda urbanidad –un “afuera” del mundo, muchas veces contado por el cine de género- y el cine de mafias al estilo de “El Padrino”. Entre otras coincidencias, en la comparación inevitable entre el “palabrero” y el “consigliere” las diferencias que se advierten son muchas y ninguna. Todo depende de cuál de las miradas posibles que se tome.
Festivales: Cannes, 2018; San Sebastián, 2018; Locarno, 2018; Festival del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, 2018.
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