El universo queer y religioso de la isla de São Miguel pisa fuerte en la Competencia Internacional. Por Sofía Castro De Vito.

«¿Querer es pecado? Porque cuando yo quiero, quiero todo«, le confiesa Ana al cura de la isla. Ella es una adolescente en busca de cosas. Quiere descubrir el amor, el sexo, el trabajo y la independencia. LOBO E CÃO es un retrato sobre la vida de la comunidad queer en una isla que por momentos parece un lugar fuera de tiempo en el que la religión y la culpa operan como motores de vida.

Con una narrativa construida sobre la observación del agua, el aturdimiento, la fuerza del cuerpo y la danza el film es una hermosa oda a las redes de amor que se tejen y se cruzan entre la comunidad. La fluidez y la libertad son los conceptos que funcionan como statement en el largometraje.

El color es hermoso y se intercala entre gamas frías y cálidas de acuerdo al mood que plantea el guión en los distintos momentos. Las escenas de baile, lo más erótico y precioso que tiene la película, se suceden entre primeros planos, colores rojos, el sonido del mar, sudor y deseo. Aparecen los créditos, la sala llena aplaude eufórica.