Un festival contado como herbario

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Hacer del saber de la imagen un saber de la tierra: introducción a un herbario audiovisual.

Por: Valentina Giraldo Sánchez | Especial desde Berlinale Talents

Hace un tiempo me contaron la historia de un botánico que fue a la sierra nevada de Santa Marta para hacer una clasificación de plantas junto con un Mamo Kogui (en las comunidades indígenas de la sierra nevada de Santa Marta, los Mamos son los líderes espirituales que guardan el conocimiento y los saberes ancestrales).

Mientras recorrían la montaña, el botánico le daba datos científicos al Mamo, después de cada dato sobre las plantas, el Mamo se apretaba alguna parte del cuerpo y lo repetía en voz baja. El botánico preguntó por qué el Mamo hacía eso y la respuesta fue que el conocimiento se guardaba en el cuerpo. Así cada vez que necesitara recordar algo sobre alguna de las plantas debía volver a apretarse la parte del cuerpo que llevaba el recuerdo guardado. Cada vez que recuerdo esta historia pienso en la canción “La Jardinera” de Violeta Parra. En esta, ella menciona que para la tristeza y las despedidas hay que cultivar la tierra. Toronjil, amapola, rosas y manzanilla. Coronas enormes de flores para los funerales. Siempre he pensado que cultivar es una manera de deshacerse del dolor y que escribir sobre películas es parecido a cultivar.

Las películas son como árboles enormes en un bosque que excede a los mapas. El cine es un ecosistema y la crítica de cine es la botánica.

Cuando te pierdes en un bosque, no sabes si contar o descontar los días, el tiempo se pierde en elipsis y en ocasiones el volumen de los árboles puede ser aterrador. Perderse en un bosque es como dedicarse, minuciosamente, al ejercicio de analizar una película. En el bosque de imágenes que me motivó a escribir este texto (Berlinale 2021), oigo el rumor de aquellos espíritus que ha dejado en mi vida el cine: los recuerdos, las secuencias congeladas de escenas que se quedan inmóviles como la corteza de un árbol.

El cine, en ocasiones es tan preciso que nos atraviesa en diferentes dimensiones: sentimentales, emocionales, intelectuales y corporales. Me pregunto ¿qué otros sentidos, además de la visión, condensa la memoria de las imágenes?, yo creo que condensa al tacto. Este herbario, que a la vez es un recorrido y una conversación, nace por la búsqueda de hacer del saber de la imagen un saber de la tierra. Después de estar perdida en grandes bosques aprendí a reconocerme en sus formas, en los ceños fruncidos y las sonrisas amables de la corteza. En los árboles amargos y sus savias moribundas, y en los grandes troncos que me recuerdan que escribir sobre cine es jugar con el tiempo y fosilizar sensaciones.

En las palabras y en los cantos de Violeta Parra, en el saber agricultor de María Sabina y en la memoria corporal del Mamo, este herbario es la descripción de diferentes plantas sanadoras que aparecieron durante la caminata del bosque de imágenes de la selección de la Berlinale 2021.

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